Editorial Casatomada, Perú: 2014
Relatos
ISBN 978-612-4116-58-2
86 páginas
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Leer los relatos de Salvador Luis es precipitarse a un abismo entre vientos tempestuosos. Su agilidad y su delirio no deben distraernos de las astucias del cinéfilo, de su humor enjundioso y de su prestidigitación para jugar (en la acepción menos dócil del término).
Caníbales in situ y caníbales de Twitter, pendencias políticas de las pilosidades corporales, combates entre seguidores del culto a Kurosawa y los devotos inflexibles de Tintín, quinceañeros empeñados en excomulgarse para mantener la ortodoxia en la religión de Kurt Cobain, disquisiciones eruditas sobre las permutaciones entre autómatas y masas encefálicas, la performance de un asesino conceptual y el exhibicionismo de una artista sexómana.
La montaña rusa narrativa de Salvador Luis en Shogun inflamable es una fragua azuzada por una fantasía lo mismo célebre que salvaje —Calvino, Macedonio, Godard— y, desde luego, por el bullicio de un festín. (Alexis Iparraguirre)
Relatos incluidos:
- Froilán, anthropophagus
- Interior-Noche
- En virtud del estado actual de las cosas
- Esto no es una pipa, Magritte
- La Dama Mamut
- Territorial Pissings
- El Cerebro y El Autómata
- Tendencia mundial
- Ximena y Xavier
- En este lado de la Cabeza
- Antártica
- Compendio y disección de Cynthia Plaster Caster
- Territorio de Ultramar de Nueva Caledonia
- Taxi Driver
- Double Fantasy
- Tarta de chocolate
«Decir que posee una escritura fantástica sería impreciso porque Salvador Luis opera hacia otro ámbito: sus textos no se dirigen hacia lo sobrenatural (en el que el efecto fantástico se consigue mediante el terror) sino hacia lo metarreal; es decir, mediante las intertextualidades que se tejen, llega al mismo efecto de lo fantástico: transgredir las leyes del universo homólogo al nuestro. Un universo en el que el orden y lo bello tienen su reverso: ese es el lado que le interesa como proyecto estético, en el que los fragmentos tienen más valor que la unidad o el todo, porque no hay un solo mundo sino infinitos mundos posibles». Elton Honores – Perú
«Teníamos la literatura pop, luego tuvimos el afterpop (al menos según lo caracterizó Eloy Fernández Porta) y ahora tenemos Shogun inflamable, del peruano Salvador Luis (1978). Claro que esta es sólo una manera de leerlo. También tenemos esa tradición que para la literatura uruguaya Ángel Rama llamó la de «los raros» y que acaso pueda convertirse en algo interesante si se la arrima al slipstream, a lo inclasificable, lo inquietante, lo extraño… es decir, todos elementos ambiguos y vagos que, juntos, pueden servir así sea como ejes de coordenadas. Desde esa confusa avenida de lectura está claro que los cuentos de Shogun inflamable son, sí, raros. Es fácil leerlos y preguntarse «¿qué?» o estar leyéndolos y pensar «¿y esto cómo se come?»; esa extrañeza, además, salta, muta, se destruye y vuelve a crearse cuento tras cuento». Ramiro Sanchiz – Uruguay
«Podría extenderme sobre Shogun inflamable páginas enteras, pero un maestro de la brevedad como es Salvador Luis merece concisión, así que aquí concluyo no sin antes advertirles de que no se espanten por esa galería de sádicos que aparecen en las historias del libro; en la dedicatoria de su primera novela, El dios reflectante, Javier Calvo escribe: ‘la mala gente es la buena gente’. Pues eso». Carlos Gámez – España